Kfir, en hebreo, significa “cachorro de león” por el sonido que produce a su paso. Cuando escuchamos rugir en el cielo a este cazabombardero supersónico israelí, capaz de llevarnos a la estratosfera, es porque seguramente ya ha pasado... El Escuadrón 111 de la Fuerza Aerea Colombiana, hombres honorables, valerosos y con aptitudes, casi, sobrenaturales, conforman el escuadrón de superioridad aérea de nuestra nación. Con bombas guiadas por gps para acertar al blanco en tierra sin fallas y misiles con radares que persiguen en el aire al enemigo hasta derribarlo, estos hábiles aviones de combate son nuestra primera línea de defensa.
Cuando despegamos fueron 4 fuerzas g... con la postcombustión (una especie de turbo para aviones de combate) llegamos a 6 fuerzas g... pero cuando un piloto juega a las acrobacias y lleva el kafir a una velocidad de Mach 2 (es decir 2 veces la velocidad del sonido - aunque realmente su límite va hasta 2.2 - más de 2700 km/h) las fuerzas g pasan de 9, lo que significa que la tripulación llega a experimentar sobre el cuerpo una fuerza paralizante equivalente a 9 veces su propio peso... y si por emergencia nos hubiéramos eyectado del avión para no morir estrellados e incinerados, las 19 fuerzas g que generan los cohetes que expulsan la silla nos hubieran dejado inconscientes, sin visión temporal y algunas luxaciones durante la caída en paracaídas. Pero eso sí, no hubiéramos tenido de qué preocuparnos porque desde el inicio llevábamos enganchado al chaleco salvavidas un íntegro kit de supervivencia militar acuático y terrestre por si aterrizábamos en territorio hostil... el resto del vuelo fue pa’ gozar el poder confidencial y descrestante de esta clásica máquina de guerra y grabar la revista aérea del día de la independencia desde una posición privilegiada e irrepetible... ah, y aguantar la tres vomitadas que me provocó esta licuadora de gravedades.