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Una torre y una guerra

Jesús siempre atrajo a las multitudes. Muchos querían oír sus enseñanzas, otros sentían curiosidad por los milagros, otros querían polemizar (fariseos), pero Jesús no se dejaba impresionar por su su entusiasmo. En este pasaje, el Señor les enseña lo que implica ser un verdadero discípulo, no uno temporal o superficial. Ser un discípulo de Cristo es el supremo llamado de una persona, implica sobre todo, rendición total a Jesús como Señor, Rey y Maestro.

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