Llegado ya el mes de enero y con las nieves que ya han llegado, es el momento de dar por finalizada la temporada del níscalo o revollón (Lactarius deliciosus) del año 2023. A pesar de las heladas de las últimas semanas, continuaron fructificando la seta de níscalo en bosques mixtos de pino y roble. La caída de las hojas del roble permite que penetren los rallos del sol bañando el suelo y aportando más calor. La acumulación de hojas de roble caídas provoca un acolchamiento del suelo, este acolchado protege al micelio de las inclemencias del clima. Además, al compostarse la hoja se produce una reacción que genera calor, lo que se conoce como fase termófila del compostaje. Si tenemos en cuenta que la zona de descomposición de las hojas está en contacto con el suelo, tenemos como resultado que hace efecto calefacción sobre el mismo, favoreciendo la supervivencia del micelio del níscalo.
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