Once de enero del año de nuestro Señor, dos mil veinticuatro.
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En accidentes de tractor mucho menos aparatosos y peligrosos que el mío, ha habido personas que han perdido la vida o que han quedado afectadas por lesiones irreversibles. Sin embargo, en mi caso, incomprensiblemente, lo único que sufrí fue una distensión de los ligamentos de la rodilla derecha, de la cual actualmente estoy totalmente recuperado.
Ocurrió el 29/02/2020, alrededor de las nueve y media de la mañana en la parte alta de la parcela de Cerro Prieto. Juan y Noureddine estaban abonando a mano los olivos y yo estaba acompañándolos desplazando el tractor con el remolque cargado de sacos, para que pudiesen volver a llenar sus espuertas, lo más cerca posible de donde se les quedaban vacías tras esparcir el abono.
Una distracción por mi parte unida a una imprudencia que nunca debí cometer, hizo que el tractor se desplazase ladera abajo, arrancase de cuajo el olivo contra el que chocó y debido al golpe yo cayese a tierra en el lugar en el que el remolque provocó que al hacer la tijera, el tractor en vez de arrollarme, saltase violentamente por encima mía y únicamente la rueda trasera izquierda me rozase la pierna. Porque si en vez de saltar se hubiese desplazado sobre el suelo, me habría destrozado las dos piernas y, seguramente, ocasionado muchos más daños, o incluso la muerte. Pero, gracias a Dios, no fue así.
A mediados del mes de marzo, fui a a la finca para hacerme una fotografía en el lugar exacto del accidente y para volver a plantar en el cruce de los carriles, como muestra de agradecimiento, el cepellón del olivo que me salvó la vida.
El 25/07/2020 comenzó a brotar, pero en invierno se secó, debido al encharcamiento que ese año se produjo en ese preciso lugar. Así que en verano de 2021 hicimos una zanja por la parte superior que drenase el agua y, afortunadamente, en abril de 2022, el olivo rebrotó de forma definitiva. En esta secuencia de imágenes, las dos últimas fotografías y el vídeo corresponden al 08/09/2023 en el que el plantón ya superaba los dos metros de altura. El cual esperamos y deseamos que continúe creciendo y viva durante muchísimos años en el lugar en el que lo replantamos.
Aunque a todos nuestros olivos les aplicamos el mejor trato posible, éste en particular al que llamamos SALVAVIDAS, es del que más pendientes estamos y continuaremos estando. Ya que si no hubiese sido por él, el tractor y el remolque habrían terminado volcando al final de la pendiente, los destrozos que habrían ocasionado habrían sido muy cuantiosos y, tal vez, yo no habría vivido para contarlo.
El trozo del tronco que conservamos de su anterior vida, contra el cual choqué y consiguió parar el tractor, lo conservamos también en nuestra nave agrícola, en recuerdo de un día en el que si no morí, fue porque Dios no lo quiso. Porque motivos para haberlo hecho, hubo más que suficientes.
Muchas gracias por visualizar este vídeo y que todo le vaya muy bien.
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