Luego de 530 años de la llegada de los europeos, pocos rastros de los primeros colonizadores perduran en nuestra vida cotidiana.
Para bien o para mal, sus nombres y ejecutorias oscilan entre la fábula y el mito.
Pero no así en nuestros barrios.
Rastros de la antigua era de los primeros europeos en Puerto Rico han sido perpetuados en los nombres propios, o topónimos, de los barrios puertorriqueños reconocidos por el Censo.
Como con otros barrios, con el tiempo sus comunidades se apropiaron del nombre, y lo hicieron seña de su identidad, sin necesariamente vincularlo con su antiguo origen.
En esta conferencia ilustrada recorreremos la línea del tiempo en sentido inverso para rescatar señas de los colonizadores en los nombres cotidianos de nuestros barrios.
Descubramos el rastro de la colonización en nuestra toponimia local