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¿Crees saber cómo se conservan los quesos? Muchas personas guardan algunos en la nevera, especialmente aquellos más frescos o blandos. En cambio, los quesos más duros o curados, suelen quedarse en el exterior, a menudo apartados en alguna bandeja o incluso en el horno. ¡Nunca hagáis esto!
Todos los quesos necesitan frio para conservarse, así que tienen que deben guardarse necesariamente el frigorífico. Es la mejor forma de estirar la fecha de consumo sin que sus características organolépticas se vean afectadas, como el sabor, el olor y la textura. Y da igual si es de oveja, vaca o cabra. Y su textura tampoco es una condición para determinar que el exterior sea mejor para su conservación.
Cuando se trata de cuidar un queso, la intención es mantenerlo la mayor parte del tiempo posible a una misma temperatura y en un ambiente poco variable. También es necesario protegerlo de olores externos agresivos y del contacto con cualquier otro producto. De ahí que la nevera sea el lugar idóneo para conservar los quesos.
Sin embargo, antes de catar los quesos, conviene sacarlos unos minutos antes. Aunque el frio preserva el queso, las bajas temperaturas pueden afectar pasajeramente al olor y sabor. Pero esto no es preocupante porque en cuanto el queso se sitúa a la temperatura ambiente, recupera su cuerpo.
Algo que debemos tener en cuenta es el tamaño de las porciones que adquirimos. Si compramos trozos muy grandes que tardamos en consumir, la calidad del queso podría verse afectada debido a los repetidos cambios de temperatura. Para evitar esto, os recomendamos comprar porciones de queso que no os lleve más de diez días consumirlo. Solo así nos aseguramos de que el queso está constantemente en su punto óptimo sin sacrificar su sabor, olor ni intensidad.
Pero si ya tienes un queso grande en casa, puedes cortarlo en bloques más pequeños para sacar de la nevera solamente lo que vayas a comer. De esta manera, el resto del queso se encontrará constantemente a una temperatura estable y así estarán en su punto óptimo la próxima vez que vayas a consumirlo.
Recuerda que también es importante envolverlos. El papel que os damos en La Manducateca es un buen medio para conservarlos, pero si se te ha estropeado o lo has tirado, puedes utilizar los paños con cera de abeja. No solo se adaptan a la forma del bloque, sino que también los aíslan del exterior para reducir su exposición al aire. Y una vez hecho esto, mételo en un tupper de cristal en la nevera. Eso evitará que el queso pueda impregnarse del olor de otros alimentos en la nevera.