Jean-Baptiste-Camille Corot. La Soledad. Recuerdo de Vigen, Lemosín

La presente obra se enmarca dentro del conjunto de "souvenirs" (recuerdos) que Corot realizó al final de su vida, y en los que mezcla la contemplación de los bosques franceses con el recuerdo de diferentes parajes de Italia. En ellos, más que la representación de un lugar concreto el artista francés evoca la emoción experimentada ante la naturaleza.
Corot pintó La Soledad apenas unos meses después de la muerte de su gran amigo Constant Dutilleux. De hecho, un cierto aire elegíaco envuelve la escena, reducida a una sinfonía de verdes, azules y grises. La figura femenina que centra la composición retoma el modelo de "la melancolía" y parece apelar a una Edad de Oro gozada en otro tiempo y ahora perdida.
Expuesta en el Salon de 1866, La Soledad fue adquirida por la emperatriz Eugenia de Montijo para su colección particular.

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