Veintisiete de septiembre del año de nuestro Señor, dos mil veintitrés.
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El hecho de que en nuestra finca “Minguillao” la densidad de plantación sea nada más que de ciento cincuenta y seis árboles por hectárea, nos ha permitido consumir cada año un volumen de agua inferior al que nuestra concesión tiene asignado. Y seguiremos haciéndolo así, para conseguir que la supervivencia de los olivos que regamos no dependa exclusivamente del agua, para de este modo, continuar realizando un uso moderado de la misma.
En el transcurso de los meses de marzo y octubre de dos mil veintidós, coincidiendo con la colocación de las nuevas plantaciones de plantones hojiblancos, pajareros y picudos, terminamos de instalar el riego en la totalidad de la superficie correspondiente a la Concesión que hace años nos otorgó la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
El motivo por el que hemos tardado varios años más de los previstos inicialmente en completarla, se ha debido a que al comenzar a regar las parcelas con plantaciones bien alineadas, determinamos que lo más razonable en aquellas otras en las que los olivos no ahilaban, era ir haciéndolo a medida que fuésemos arrancándolos y sustituyéndolos por nuevas plantaciones con un marco de 8 x 8 metros, dispuestas para ser mecanizadas cuando las circunstancias laborales y económicas así terminen imponíendolo.
Y para preservar los filtros, las llaves de paso, las ventosas y las gomas, de las inclemencias meteorológicas y de los daños que podrían provocarle algunos aperos, las protegemos colocándoles tubos de hormigón de 150 centímetros de diámetro con sus correspondientes tapas.
Muchas gracias por visualizar este vídeo y que todo le vaya muy bien.
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