Doom 🇨🇱 Discotheque Tsunami: Live in Santiago de Chile (2015.04.01)

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La noche del viernes 16 de abril del año 2015, cambiaría para siempre la forma en que los recitales masivos -en recintos para menos de tres mil personas- se realizan en Chile. Esa noche, cinco jóvenes de entre 17 y 25 años, fallecieron trágicamente en medio de un caos generalizado a la entrada del local nocturno llamado “Espacio Santa Filomena”, en la comuna de Santiago. Sus trágicas muertes abrieron una discusión que por años se había evadido, y también, establecieron un precedente de responsabilidad para quienes realizan y producen este tipo de eventos.
En la entrada del local subterráneo, en medio de una avalancha humana y de gritos desesperados, los dos primeros fallecieron aplastados mientras que los otros tres, incluido el menor del grupo, lo hicieron más tarde tras largas agonías. Otros cinco muchachos, que sobrevivieron quedaron con heridas con secuelas, físicas y psicológicas, de por vida.
Los sobrevivientes a esta tragedia, relatan que la violencia comenzó mucho antes de la avalancha humana. Los guardias se paseaban mostrando los bates según los testigos y los mismos videos de las cámaras de seguridad los muestran, incluyéndose los constantes insultos a los jóvenes, incluidos a aquellos que querían comprar una entrada en la puerta del recinto, hecho que es muy común en este tipo de eventos, incluso regatear con los encargados de la puerta, valores más bajos.
“Daniel e Ignacio, comparten heridas en común”, comentan los padres de Daniel Moraga. Ambos, según sus autopsias, presentaban marcas no atribuibles al aplastamiento y coinciden mayormente con el uso de electroshock, hecho que confirma la doctora y perito Vivian Bustos, quién en su declaración durante el juicio, habló de compatibilidad de tal elemento en las heridas específicas que presentaban los jóvenes. Además, Ignacio, quien falleció producto de un paro cardíaco horas después del hecho, presentaba una gran congestión en la cabeza, atribuible a una contusión cerebral. Ignacio era el único menor de edad del grupo. Robert Rivas Clavero, falleció 22 días después en el Hospital de Urgencia Asistencia Pública. Los primeros informes señalan que entró en coma a la ex Posta Central, estado del cual ya no se recuperaría, a pesar de las múltiples intervenciones quirúrgicas realizadas por el personal médico del recinto hospitalario.
Los otros sobrevivientes terminaron con heridas graves, todas asociadas a hipoxia y golpes que señalaron haber recibido, a modo disuasivo, por parte de la seguridad del evento, quienes se ven en diversos videos de vigilancia del mismo recinto, portando objetos contundentes, que concuerdan con la versión de los testigos, quienes señalan en una primera instancia, haber sido golpeados con bates de béisbol, bastones retractiles y electroshok, los cuales se encuentran prohibidos. A eso se debe agregar que, durante la investigación de la tragedia, se demostró presencia de agua en el lugar y sobre gran parte de los jóvenes, hecho que se volvería fatal a la hora de aplicar elementos con electricidad sobre sus cuerpos
La personalidad jurídica del ‘Centro Cultural San Martín’, lugar donde se llevaría a cabo en un origen el concierto, era un Centro Cultural, Social y Dra otro local porque no le iban a dar los permisos correspondientes para la realización del evento.
El espacio era conocido en aquella época como ‘Discoteca Tsunami’, en el día funcionaba como lugar donde se llevaban a cabo fiestas universitarias y en ciertas ocasiones se realizaban espectáculos en vivo de similares características a nivel de público, pero no existía una experiencia previa con una banda como los ingleses. De hecho, uno de los administradores señala haber dado cuenta a Fernando de tal situación indicando que cuando le ofrecieron hacer este evento con público punk, no estuvo de acuerdo porque sabe que es un público más o menos complicado y que Fernando le había dicho: “hueón no te preocupis, este evento lo manejo yo”, lo cual incluía la responsabilidad por la seguridad del evento en general.
De esta forma, “La Fiskalía” se saltaban las dos primeras vallas administrativas. Primero, se accede a un local con patente de discoteca y cabaret, lo cual evitaba la solicitud de permisos especiales y, además, se podía vender alcohol al interior del mismo. La patente de cabaret además, permite realizar eventos musicales en vivo y el rol de discoteca, complementaba que las personas pudieran estar de pie y por la cantidad de personas que se estimaban, no se requería otra autorización.
En segundo lugar, el curso de OS10 para los guardias, no le era aplicable a este recinto, atendido que el Decreto Supremo 10/10 del Ministerio de Salud en artículo 5º letra l) Nº7, exige tal servicio de seguridad para los locales donde se realicen eventos masivos con capacidad de producir una concentración de 3.000 o más personas en forma simultánea, lo que no era el caso de este evento donde se esperaban menos de esa cantidad.

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