A lo largo de la historia, la experiencia vital ha servido como argumento para la ficción y para la filosofía, no en vano, pensadores como Séneca o Montaigne precisaron de la biografía para configurar su aparato de pensamiento. De igual modo, la palabra es la esencia de la comunicación y el principal elemento para vehicular tanto el acontecer como la configuración de las ideas. La literatura y la filosofía confluyen en el uso de las mismas pero sus finalidades no siempre convergen. A lo largo de esta conversación trataremos de poner el valor la relación entre estos tres elementos, vida-palabra-filosofía en busca de convergencias.