¿Podrían acostumbrarse a vivir medio año en un pueblo de Jaén y otro medio en una localidad de Teruel?
"Trashumantes somos yo, mi marido y nuestros dos hijos". Cuenta Guadalupe, que conoció a su marido Vidal en Guadalaviar. "Éramos muy jóvenes y yo por entonces ya sabía que él era trashumante", explica

Los reporteros de Unidad Móvil entran en la vida de una de las 30 familias aragonesas que vive de la trashumancia. Familias que, por motivos de trabajo, vive a caballo entre Vilches, en Jaén, y Guadalaviar, en Teruel.
"Se trata de llevar 3.000 ovejas de norte a sur y de sur a norte en busca de los mejores pastos para los animales", así define Vidal su trabajo.
En junio cambian de residencia y Vidal se hace más de 700 kilómetros caminando durante cerca de tres semanas. "Dicen los médicos que andar es bueno para la salud; a nosotros más bien nos tendrían que recetar un sofá", dice con sorna.
Mientras Vidal pasa 3 semanas recorriendo la distancia entre Vilches y Guadalaviar con su rebaño, Guadalupe prepara otro viaje: "Me da pena por ellos, sobre todo hoy que cambian de amigos y de entorno", cuenta mientras lleva a sus dos hijos a su último día de clase en Vilches.
Cada 6 meses cambian de colegio y, al mismo tiempo, de amigos pero Guadalupe quiere mirar siempre el lado positivo: "Mis chicos viven y aprenden dos culturas al mismo tiempo".
Mientras él duerme al raso esperando que al día siguiente ninguna oveja de su rebaño tenga algún percance, ella llena su coche de maletas para llegar antes que él y prepararlo todo. Cierra una casa y abre otra. "De momento nos llega para dos hipotecas, sino tendríamos que apañarnos de alguna manera", sonríe Guadalupe.