UNA MUJER VIO SU FOTO DE INFANCIA EN LA MESA DE SU JEFE... SOLO SU MADRE TENÍA ESA FOTO…
Miguel, un joven de 19 años, caminaba hacia su casa después de un largo día de clases. Sus pensamientos oscilaban entre las responsabilidades escolares y sus grandes sueños para el futuro. Al acercarse a la modesta casa donde vivía con su abuela, Doña Miranda, un aroma familiar y reconfortante llenó el aire: el inconfundible olor de la tarta de manzana que su abuela siempre preparaba. Al entrar en la casa, Miguel apenas tuvo tiempo de dejar la mochila en el suelo antes de ser recibido por la cálida sonrisa de Doña Miranda. "Miguel, querido, llegaste en el momento justo. Acabo de sacar la tarta de manzana del horno", dijo ella con entusiasmo. Miguel no pudo contener una sonrisa al ver el cariño en los ojos de su abuela. Sentarse a la mesa de la cocina y probar la tarta era un ritual que adoraba desde niño. Mientras saboreaba el primer bocado, Miguel miró a Doña Miranda y notó un brillo nostálgico en sus ojos. "Sabes, Miguel, te pareces tanto a tu padre, Javier. Los mismos ojos, la misma sonrisa", comentó ella, con una mezcla de tristeza y orgullo en la voz.
Miguel sabía que hablar sobre su padre era un tema delicado para su abuela, pero siempre había querido saber más sobre sus padres. "Abuela, no hablas mucho sobre mis padres. Sé que mi padre murió en un accidente, pero ¿y mi madre? ¿Qué pasó con ella?", preguntó Miguel, curioso. Doña Miranda suspiró profundamente antes de responder. "Tu madre, querido, nos dejó cuando estaba embarazada de ti. Simplemente no pudo manejar todo y se fue. Fue un período muy difícil para todos nosotros", explicó ella, con sus ojos fijos en la tarta como si reviviera aquellos momentos. Miguel sintió un nudo en el corazón al escuchar eso. Siempre se preguntaba por qué su madre lo había dejado, pero nunca tuvo el valor de preguntar directamente. Sin embargo, sabía que quedarse atrapado en el pasado no le ayudaría a avanzar. "Abuela, he estado pensando mucho sobre mi futuro. Quiero mudarme a la Ciudad de México. Creo que allí encontraré más oportunidades para estudiar y trabajar", dijo, intentando cambiar el rumbo de la conversación. Doña Miranda frunció el ceño, preocupada. "Miguel, la Ciudad de México es muy grande y llena de peligros. ¿Estás seguro de que estás preparado para eso? ¿No sería mejor quedarte aquí, donde tienes todo lo que necesitas?", cuestionó ella, con su voz cargada de preocupación.