Transporte de residuos radiactivos al Almacen de El Cabril (Córdoba)

En el Instituto de Parasitología y Biomedicina López Neyra, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ubicado en Granada, se utilizan diferentes isótopos radiactivos indispensables en trabajos que buscan cómo enfrentar ciertas enfermedades complejas.
Uno de los isótopos es el tritio. Los viales en donde se contiene este material y en los que quedan algunos restos del mismo, se depositan en un almacén específico hasta que se solicita su retirada a los técnicos de Enresa, la empresa pública que en España gestiona todos los residuos radiactivos. Operarios llegados de Madrid proceden a identificarlos, medir su actividad radiactiva, que en este caso es media o baja, etiquetarlos y acondicionarlos para su transporte.
El riesgo que se asume es muy pequeño en comparación a los beneficios que reporta el uso de estos materiales radiactivos que, además, están sometidos a estrictos controles.
Los viales de tritio, ya acondicionados, terminan en un bidón homologado para el transporte seguro de este tipo de residuos. Bidón que se inmoviliza en el vehículo de los técnicos de Enresa que desde el sótano del López Neyra inicia un viaje de 230 kilómetros hasta el Centro de Almacenamiento de Residuos Radiactivos de El Cabril, situado en el término municipal de Hornachuelos, en la provincia de Córdoba.
De nuevo se repite un meticuloso protocolo de identificación de los residuos, para garantizar que pueden ser aceptados en este almacén permanente. Ahora entran en acción los técnicos de Protección Radiológica de El Cabril para garantizar que no existen niveles anómalos de radiación y que los viales de tritio pueden manipularse en las naves de este complejo antes de que comience el proceso de confinamiento.
Se trata de inmovilizar los residuos y cubrirlos con distintas barreras físicas que impidan la fuga de los mismos o la emisión de radiactividad dañina durante el largo periodo de tiempo en el que estos materiales permanecen activos. Los residuos que llegan a El Cabril proceden de un millar de instalaciones repartidas por todo el país. Ya sean elementos cuyo origen es la industria, la investigación, los tratamientos médicos o el desmantelamiento de centrales nucleares, estos residuos necesitan, como máximo, un periodo de 300 años para dejar de ser peligrosos.
En la sala de control de El Cabril, y de forma remota, se supervisa la llegada de un camión con bidones en los que ya vienen acondicionados residuos del desmantelamiento de una central nuclear.
En la celda definitiva de almacenamiento, se acumulan los diferentes contenedores ya sellados. Cuando se complete, se cerrará y, finalmente, se cubrirá con diferentes capas de materiales y se integrará en el paisaje serrano. Bajo ella seguirá funcionando esta red de control de infiltraciones que garantiza que no hay ningún tipo de fuga y que si esta se produce terminaría siendo tratada como un residuo más.
El servicio de vigilancia, que funciona desde hace más de 30 años, certifica que la radiación en esta finca y su entorno no se ha modificado desde que opera el almacén.
Intervienen: Cristina Romero López (Investigadora Postdoctoral IPBLN), Victoria Longobardo Polanco (Supervisora de la Instalación Radiactiva IPBLN), Eva Noguero Cubero (Directora de El Cabril Enresa).
Redactores: José María Montero, Aurelio Cappa
Realización: Emy G. Giraldo
Operadores de cámara: Jesús Pineda, Juan Miguel Cascales
Montaje: Carlos Sánchez
Programa Espacio Protegido 232. Emisión 13 de mayo de 2023. Canal Sur Televisión
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13/05/2023

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