Hace unos días, conocí a Víctor Morales en sus funciones de trabajo en la industria de la electricidad donde trabaja. Me llamó la atención su tranquilidad y buen observador de las cosas que estábamos viendo y analizando junto a su compañero de trabajo que lo acompañaba. Al terminar el recorrido que hicimos los tres juntos, estábamos tomando agüita de coco, cuando observé sus brazos con varias cicatrices y le pregunté de qué eran. Su respuesta, sin freno, fue espontanea. Cuando me contó lo que le había pasado, que ya se lo contaré o usted oirá en el video, le dije usted es candidato al 100 para mi "Serie Saber Levantarse de Mayra Gabriel de temas tabú".
Hoy, en Jueves con Mayra, le comparto la historia de Víctor Morales, de 52 años, con una trayectoria en el área de la industria eléctrica de 31 años. El 6 de agosto del 2002, trabajando junto a sus compañeros de cuadrilla, como le dicen, Víctor tiene un descuido por no llevar la manga de hule puesta, y por el sudor de su camisa provocado por el calor en la costa. un cable de alta tensión le topa, recibe una descarga de 7,620 voltios en su cuerpo y cae desplomado.
Luego de lograrlo bajar de la canasta donde estaba trabajando, de darle los primeros auxilios que les habían enseñado en caso de emergencia, aparece uno de esos ángeles, que brillan cuando se necesitan, un muchacho que iba con su novia, al ver lo que pasaba, para y les ayuda llevándolos en su carro, junto a dos de sus compañeros, a la emergencia del IGSS en Escuintla (departamento de la costa pacífica en Guatemala), pero, al recibirlo y ver lo delicado que estaba, deciden trasladarlo al IGSS de accidentes en Guatemala capital. Para esto, su familia todavía no había podido verlo. En un momento, recibe la pregunta de si autoriza que le amputen los dos brazos, y lo primero que él piensa es: ya no voy a poder abrazar a mi familia, terrible este sentimiento de ya no poder abrazar a su familia. Y, cuando ya estaban por empezar la operación, otro ángel aparece y pregunta qué le harán al paciente y, al decir amputarle los dos brazos, él, un doctor que estaba de paso en las instalaciones, sugiere que prueben otro procedimiento que él les dirá cómo y así, es como le salvan sus brazos.
Hoy por hoy, la historia de ese 6 de agosto, se resume en 23 días en intensivo, 6 meses hospitalizado, 2 años en recuperación, dos auto injertos de piel y muchos días de reflexión por la vida, un agradecimiento por la vida y por tantas personas que estuvieron pendientes y apoyándolos en todo sentido. Momentos de soledad, momentos de sentirse perdido, pero cada visita de media hora, recibía la fuerza y la energía para una nueva ilusión, seguir luchando por su vida porque hay muchas personas esperándolo fuera para seguir caminando por esta aventura de vida. Reconoce la importancia de tener a la familia cerca. Los mensajes positivos y de esperanza que cada uno podía irle inspirando y sobre todo, el tener un objetivo de para qué querer seguir vivo y, por supuesto, lo que más deseaba, era estar cerca de su esposa Ana, sus hijos, su mamá y todos los que de una y otra forma estuvieron acompañándolos y apoyándolos en este tiempo de crisis. Sus compañeros de trabajo, no dejaron a la familia a la deriva, cada tanto, llegaban con comida, apoyo económico y moral para acompañarlos, realmente, Víctor y su familia, se sienten muy agradecidos con todo este acompañamiento que recibieron, muy agradecidos y sobre todo, ver a Víctor con muy pocas secuelas físicas y que esas cicatrices en sus brazos, le recuerdan, todo el tiempo, lo frágil que es la vida.
Víctor cayó y supo levantarse. Víctor, a pesar de recibir una descarga de 7,620 voltios, no se quedó perdido, supo ver la luz de la salida y levantarse para seguir adelante con ilusiones y dando ejemplo de que sí se puede ser persona responsable de sus actos y no quedarse como víctima ante los demás por lo que le pasó.-