Compartir mi historia ha sido parte de lo que he aprendido, porque el que enseña, más aprende. Tener la experiencia de haber perdido seis bebés, Giancarlo, mi hijo número 3, falleció al año 11 meses luego de una caída de una silla donde se golpeó la cabeza y, en el hospital, le diagnosticaron con muerte cerebral. Una bebita de 20 semanas de embarazo y 4 bebés que no llegaron al final de su tiempo gestacional para nacer. Solo las mamás que hemos pasado por esa experiencia, sabemos el dolor tan grande que se tiene, que se siente y las mil preguntas que vienen a la cabeza.
Estas vivencias que tuve entre 1991 a 1996, podría decir que le dieron un giro muy grande a mi vida. Aprendí a no preguntar ¿por qué? si no ¿para qué? y con el tiempo, que seguí aprendiendo, encontré que lo mejor, de cada experiencia, siempre es encontrar el significado de para qué nos pasan las cosas. Hoy por hoy, esa lección la tengo bien arraigada a mi ser.
En el camino, y con la transición de mi hijo Giancarlo, que, por haber fallecido por muerte cerebral, y que esta experiencia la tuve estando en Estados Unidos, pude aprender sobre la donación de órganos, ya que, él fue un potencial donante y, con mucho amor y agradecimiento por el tiempo vivido a su lado, doné sus órganos. Solo supe, que una niñita de San Francisco llamada Angel, recibió su hígado pero vivió solo ocho meses luego del trasplante. Los otros órganos, como el corazón, que estaba muy dañado por la reanimación que le habían hecho en emergencia luego del golpe, no se pudo donar. Riñones, córneas y otros órganos y tejidos sirvieron para estudios o para alguien más. Realmente, hace un tiempo cuando quise saber más, para tener información, ya, por el tiempo, no habían registros y la información se queda en el baúl de los archivos del recuerdo, siempre con esperanza de que encuentren algo en el hospital. Pero sí, algunos, se usaron para estudios. Hice, entre mi dolor, un acto de amor.
Definitivamente, me aprendió tocar sobre donación de órganos en un momento de mi vida muy fuerte, muy doloroso y sin entender mucho de la vida en ese entonces. Podría decir, que fue un banderazo de salida para un gran despertar de consciencia que tuve a mi ser. Motivo a hablar en familia y tener esta educación, de entender lo que es la donación y trasplante de órganos, pues quien sabe en qué momento le toca donar o le toca esperar que alguien pueda ser compatible con usted para poder tener un trasplante y extender su vida.
Hablar y compartir emociones y sentimientos de mi vida, se a vuelto algo importante porque he aprendido a enfrentarme a mí misma, conocerme, entenderme, aceptarme tal como soy y seguir adelante. Aprendí que no hay que quedarse como víctima, si no ser una persona responsable y entender que el alma tiene un para qué de cada experiencia que nos toca vivir para crecer como alma, sobre todo, ir encontrando el significado del para qué me pasan las experiencias que tengo. ¿lo cree usted?.-