Kiwi, con tan solo 4 años, fue operada de urgencia por una hernia discal grave.
Lamentablemente, el grado de afectación de esta era muy elevado, y después de la cirugía quedó plèjica, con poca sensibilidad de las extremidades posteriores, y sin capacidad para andar ni para mantenerse de en pie por sí suela.
El equipo del Hospital Veterinario de Mar, con Marina Gonzalo al mando, a por todas, pensando a proporcionarle la mejor calidad de vida, le instauró una estricta terapia de recuperación y fisioterapia.
Láser, acupuntura, estimulación, ... Muchas horas implicándonos, permitieron conseguir recuperar pequeños reflejos y sensibilidad, pero no la movilidad.
Marina se volcó a realizarle repetidas sesiones de hidroterapia, para extraer el máximo beneficio.
Su esfuerzo, finalmente, empezó a dar resultados emocionantes.
Kiwi empezaba a mover las extremidades, y con ayuda de la cinta acuática, y la flotabilidad que le proporcionaba el agua, empezó a hacer adelantos increíbles.
El trabajo ahora requería más constancia y exigencia, pero conscientes, no descansamos en ningún momento.
Mientras ella quisiera luchar, nosotros lo haríamos más.
Proporcionarle el mejor bienestar y calidad de vida era nuestro objetivo, y en el camino, ella nos proporcionó el mejor regalo que nos podría dar: DEJARNOS VOLVER A VERLA ANDAR
Queda mucho trabajo, que con amor y alegría seguiremos realizando de la mano, pero podemos decir que lo hemos conseguido.
No solo nuestro reto, sino su felicidad.