Los quistes cerebrales son sacos llenos de líquido en el cerebro que pueden ser congénitos o adquiridos. Estos quistes pueden variar en tamaño y ubicación, y a menudo se encuentran en áreas como los ventrículos cerebrales, el espacio subaracnoideo, o dentro del tejido cerebral mismo.
Los quistes congénitos se forman durante el desarrollo fetal debido a anomalías en la formación del cerebro, mientras que los quistes adquiridos pueden resultar de infecciones, lesiones traumáticas, accidentes cerebrovasculares, o tumores.
Aunque muchos quistes cerebrales son asintomáticos y se descubren incidentalmente, algunos pueden causar síntomas dependiendo de su tamaño, ubicación y la presión que ejercen sobre estructuras cerebrales circundantes. Los síntomas pueden incluir dolores de cabeza, náuseas, convulsiones, problemas de visión, y déficits neurológicos focales.
El diagnóstico se realiza mediante estudios de imagen como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM), y el tratamiento varía desde la observación regular hasta la intervención quirúrgica, dependiendo de la naturaleza y el impacto del quiste en la salud del paciente.