Psicópatas - Dr. Robert D. Hare: La mente del psicópata.

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Introducción del libro "Sin Conciencia":
La buena gente no suele sospechar de los demás: no pueden imaginarse al prójimo haciendo cosas que ellos son incapaces de hacer. La gente normal se inclina por ver al psicópata con un aspecto tan monstruoso como su mente, pero no hay nada más lejos de la realidad… Esos monstruos de la vida real suelen tener un aspecto y un comportamiento más corrientes que sus hermanos y hermanas normales; presentan una imagen virtuosa más convincente que la virtud misma, de la misma manera que una rosa de cera o un melocotón de plástico parecen más perfectos al ojo que el original que les ha servido de modelo.
(WILLIAM MARCH, The Bad Seed)
Prólogo:
Los psicópatas son depredadores que encandilan, manipulan y se abren camino en la vida sin piedad, dejando una larga estela de corazones rotos, expectativas arruinadas y billeteras vacías.
Con una total carencia de conciencia y sentimientos por los demás, toman lo que les apetece de la forma que les viene en gana, sin respeto por las normas sociales y sin el menor rastro de arrepentimiento o piedad.
En un ámbito más personal, es probable que uno se tropiece dolorosamente con un psicópata a lo largo de la vida. Por nuestro bienestar físico, psíquico y financiero es crucial que sepamos identificar al psicópata, protegernos de él y minimizar el daño que nos pueda hacer.
Todo el mundo ha conocido a uno de ellos, ha sido engañado o manipulado por ellos, se ha visto forzado a vivir con ellos o a reparar el daño que han producido. Esos sujetos, a menudo encantadores (aunque siempre de manera letal), tienen un nombre clínico: psicópatas.
Su sello es una impresionante falta de conciencia; su juego es la autogratificación a expensas de la otra persona. Todos toman más de lo que dan.
La psicopatía nos toca prácticamente a todos. Los psicópatas tejen una amplia red aprovechando la malevolencia e inmoralidad de otras personas (Monos Voladores) y prácticamente todo el mundo queda atrapado en ella de una manera u otra.
Las expresiones más obvias de la psicopatía -pero de ninguna manera las únicas- comprenden la violación flagrante de las normas sociales. No es sorprendente que muchos psicópatas sean considerados oficialmente como criminales, pero muchos otros se hallan fuera de las prisiones y usan su encanto y sus habilidades camaleónicas para abrirse camino en la sociedad y dejar un rastro de vidas arruinadas detrás de él.
Juntas, las piezas del rompecabezas forman la imagen de una persona autocentrada, insensible, sin remordimientos y con una total carencia de empatía y capacidad para entablar relaciones emocionales con los demás. Se trata de una persona que funciona sin las restricciones que nos impone la conciencia. Si piensa en ello, se dará cuenta de que lo que falta en este perfil son las cualidades que nos permiten vivir en armonía social.
Muchos de ellos son asesinos en serie, violadores, ladrones, timadores, maltratadores, criminales de cuello blanco, tiburones de la Bolsa, abogados perniciosos, barones de la droga, jugadores profesionales, miembros del crimen organizado, médicos a los que han retirado sus licencias, terroristas, líderes espirituales, mercenarios y hombres de negocios sin escrúpulos.
La fascinación que sienten los psicópatas por el poder, la tortura y la muerte psicológica de sus víctimas, pone a prueba cualquier definición de salud mental.
Sus actos no son el resultado de unas mentes trastornadas, sino de una racionalidad calculadora combinada con una incapacidad escalofriante para tratar a los demás como seres humanos pensantes y sensibles.
Su conducta incomprensiblemente amoral, dentro de una personalidad aparentemente normal, nos asombra y atemoriza.
La mayoría de los psicópatas se las arregla para no asesinar a la gente. Si prestamos demasiada atención a los ejemplos más brutales y llamativos, corremos el riesgo de no ver el cuadro completo: los psicópatas que no asesinan pero que están presentes en nuestras vidas.
Es más probable que un hábil timador nos robe nuestros ahorros que nos quite la vida un asesino de ojos de tiburón.
El factor fundamental implicado en la psicopatía: una profunda incapacidad para preocuparse por el dolor y el sufrimiento ajeno, es decir una total falta de empatía, el requisito previo para el amor.
Si no somos capaces de distinguirlos, estamos destinados a ser sus víctimas, como individuos y como sociedad.
Sus acciones devastadoras se repiten sin remisión.

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