PEREGRINOS SUBIENDO AL SANTUARIO DEL DIVINO ROSTRO, SANTA CRUZ AYOTUXCO, HUIXQUILUCAN,MÉXICO

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La alegría de los peregrinos al subir al Santuario del Divino Rostro: Danzas, Música…
Santa Cruz Ayotuxco, Huixquilucan
Fiestas en el Santuario
En el Santuario del Divino Rostro, los festejos inician con el Año Nuevo. Desde el 31 de diciembre llegan peregrinos de Lerma, Xonacatlán, Temoaya y colonias de Huixquilucan
Hay habitaciones con estructura de arcos que sirven para albergar a los cerca de 20 mil devotos que se concentran en esas fechas.
Los peregrinos llevan más de 40 imágenes religiosas de todo el municipio; hay misa, procesión, danzas de Chínelos, Arrieros, baile y verbena popular, así como quema de fuegos pirotécnicos. La cruz es “vestida” con la imagen del Divino Rostro”.
Los últimos días de abril, baja la cruz -con el Divino Rostro- en procesión al poblado, y permanece ahí hasta el tercer domingo de mayo, para pasar la fiesta del 3 de mayo.
Santuario del Divino Rostro
En Santa Cruz Ayotuxco se encuentra un Templo llamado Santuario del Divino Rostro el cual tiene bastantes años de antigüedad, el cual fue partícipe de eventos históricos como la Revolución Mexicana al igual tiene una gran vista al Distrito Federal. Se encuentra a una altura de 3050 ms.
En el paraje El cerrito, de Santa Cruz Ayotuxco, hace más de 100 años apareció una cruz “entre el zacatal”, comentan sus pobladores, ahí se edificó una ermita, que años después se reemplazó por una capilla, sin embargo, el madero fue trasladado a un santuario construido en 1879 a unos metros de distancia.
Es un lugar muy visitado por feligreses y creyentes debido al misticismo del santuario, se encuentra en el poblado de Santa Cruz Ayotuxco alto, con una gran elevación orográfica rodeada de pinos y oyameles, con cruces en el sendero de los feligreses que lo visitan, su festividad son en el tercer domingo de mayo 14, 15 y 16 de septiembre y el 1º de enero.
Visión histórica: Durante la época prehispánica, el territorio conocido como la región de la Cuautlalpan o sierra de Las Cruces fue habitada por los otomíes. Inicialmente vivieron en las crestas de los cerros, aprovechando la abundante vegetación, se alimentaron de la caza de conejos, liebres, armadillos, ciervos y mapaches, saciaron su sed con el agua que brotaba por doquier y hallaron entre las rocas moradas para sus noches y templos para sus deidades rudimentarias: Makata y Makame; el primero representaba a las montañas, a la lluvia y al poder fecundante. La segunda al poder fecundado, al principio pasivo, a las flores. También adoraban a Otontecutli a la parte más alta de los cerros, en las cuevas y en los enormes monolitos o piedras sagradas.
Los otomíes, fueron conquistados primero por las civilizaciones olmecas y luego por los nahuatlacos. Los de esta región fueron sometidos por Tlacopan, cuyo dominio abarcaba desde la orilla del lago hasta la cima de las sierras de Las Cruces. Los tecpanecas a su vez fueron derrotados por los mexicas y los acolhuaques y su principal asentamiento paso a ser Tlacopan, reconocida como uno de los miembros de la Triple Alianza.
Naturalmente que los vecinos inmediatos a los mexicanos sean los primeros que estaban destinados a sufrir las consecuencias de instituciones religiosas. Según el Códice Mendocino, en tiempo de Ixcoatl, al invadir Azcapotzalco es conquistado todo el territorio aledaño a Coaximalpan, Ocoyoacac y Uzquillocan.
Los aztecas no destruían las organizaciones políticas y sociales de los pueblos conquistados, sino que dejaban en el poder a los caciques locales siempre y cuando aceptaran pagar los tributos y plegarse a su dominio. En ocasiones imponían sus conceptos religiosos e introducían sus ritos y su lengua, por esta razón los pueblos ostentan nombres en náhuatl como Tecpan, Atliyacac, Xaxalpan, Yetepec, Mexicapan, Texcelucan, Ayotusco y Tecamachalco.
Cuenta la tradición que en esta época Huizquilloca, lugar de bosques rumorantes bañado de arroyuelos y abundante vegetación, gustó al último emperador Moctezuma Xocoyotzin quien mandó construir un palacio en el barrio de Tecpan.
En este tiempo los indígenas solían danzar en honor a sus dioses, especialmente a la Makame, formando grupos que recorrían montañas, valles y pueblos a los que más tarde se les llamó huehuenches.

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