ORBE EN PLAYA DE LOS AHOGADOS DEL QUISCO

RESEÑA "THE CLINIC"
El cartel decía “playa de alta peligrosidad, fuertes corrientes” y aparecía una cifra que te dejaba helado: 1029 muertos. Era una información chocante. La gente lo leía y se asustaba. Sí lo ves fríamente, tenía algo de macabro. Piensas que es una playa de puros muertos. Por eso le llaman la playa de los ahogados. El cartel lo sacaron, pero la historia negra del lugar se mantiene. Es cosa de ver las cruces y lápidas sobre las rocas.
He visto a hartas personas desaparecer en el agua. Algunos se demoran meses en regresar. Otros nunca logran salir. La mar siempre bota en el invierno los cuerpos que traga en el verano. Como quedan pesados y abajo de los roqueríos hay cuevas, las mismas corrientes los meten en los agujeros. Ahí se enganchan, después se los comen las jaivas o las morenas. Es impactante. Salen hinchados y, dependiendo de los días que lleven, cambian la pigmentación de la piel. Hay algunos que la pierden toda y les queda como una telita. Una vez encontramos a un niño que llevaba como tres días desaparecido. Tenía un color gris plomizo y algunos manchones de piel. No tenía ojos, lengua, ni labios. Otros aparecen mutilados. Un primo bombero me contó una vez que tuvo que sacar un cuerpo de entre las rocas y que era impactante el sonido que hacía cuando lo tomaban, con cada movimiento sonaban sus huesos, crujían.
Esta playa es peligrosa porque tiene mucho cambio de fondo. Siempre hay olas porque es muy abierta y posee hartas corrientes de retorno. Son como ríos que te absorben hacia adentro. A la gente le da confianza que le llegue el agua a las rodillas pero desconocen que un metro más allá van a quedar flotando a merced de la corriente. Si no tocas fondo, la corriente te agarra y te arrastra, te arrastra y te arrastra. Aunque nades en contra de ella, siempre te chupa para adentro. Cuando la gente desaparece es porque gasta toda su energía tratando de salir y llegan al reventón de olas agotados. Ahí puedes estar más de seis segundos bajo el agua, si es que no doce o quince. Tienes que tener capacidad para resistir. A la primera ola sales morado, a la segunda estás tragando agua y a la tercera desapareces. Aunque parezca absurdo siempre lo más recomendable es nadar hacia donde revientan las olas porque es más bajo y puedes tocar fondo y eso te ayuda a salir, avanzando de a poco. Aunque uno no lo crea, ese es el lugar más seguro.
Siendo una playa tan peligrosa, nunca había tenido salvavidas. La última persona que murió ahogada fue hace como seis años. Yo estaba haciendo bodyboard con mi hermano chico cuando vimos que la gente se empezó a aglomerar y apuntaban a dos cabezas que se veían flotando. La corriente los llevaba hacia las rocas. A uno lo botó la ola y logró salir con la ayuda de la gente. El otro se mantenía adentro, traté de alcanzarlo antes que se lo llevara la corriente. Era un salvavidas. Me dijo que él no se estaba ahogando, sino que había perdido una aleta. Había otro hombre más allá. Ahí recién lo ví. Tenía un traje de baño blanco. Fue la última imagen que tuve de él: lo agarró una ola y nunca más apareció.
siempre hay algunos que se hacen los chistosos y se van más adentro. A esos se los lleva la corriente y después te piden disculpas. Otros no salen. Antes, como hace 20 años, se murió ahogada una monjita, la tuvieron que sacar en helicóptero, así desnuda. Se metió a rescatar a otras dos monjas que también se estaban ahogando, y logró que salieran, pero ella falleció. Después, mucha más gente siguió muriendo, como cuatro o seis personas cada verano, entre ellas las dos hijas del dueño del fundo al que pertenecía la playa. Cuando él vendió, pidió que le pusieran el nombre de ellas a dos calles del lugar: Virginita y Moniquita. El rompeolas está lleno de nombres. Entre rayados y placas, habrá unas 40 animitas, incluyendo la cruz que pusieron arriba de esa roca como para exorcizar la playa.
Trabajar acá es complicado. Siempre que sacamos a alguien nos tomamos mucho tiempo. El otro día sacamos a una niña, que fue el primer rescate de este verano, y nos demoramos harto, porque la corriente está fuerte, a nosotros también nos costó salir después. De repente, uno está ahí nadando y nadando y pensai en qué momento te va a soltar la ola. Nosotros siempre arriesgamos nuestra vida, uno no sabe cómo va a reaccionar la gente, si la vas a lograr calmar o no. Antiguamente, los salvavidas eran bien choros y como él que se estaba ahogando era porfiado, porque le habían avisado que no se metiera, llegaban y le pegaban un combo. Así se los traían, medio noqueado, pero ahora lo ideal es mantener la distancia antes de llegar a él, ver cómo está. Si logra flotar, tú empiezas a tratar de hablar con la persona. Le empiezas a explicar que eres salvavidas, que lo vas a tomar y que va a salir de acá, pero que necesita estar tranquilo. Por lo general la gente se calma cuando le das esa explicación.

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