Mao: la ciudad de los bellos atardeceres. Así mismo es Barceló: calidad todo el tiempo.

“Somos un pueblo que canta” mostró que el uso de la cultura nacional podía ser un elemento determinante para la promoción de un producto marca país, creando empatía en la población consumidora, a la vez que se difundían las buenas costumbres, los valores y el folklore de cada pueblo.
No cabe duda, que en estos anuncios se logró representar los aspectos antropológicos e históricos de cada pueblo, quiénes eran las figuras icónicas, las usanzas de la población, la arquitectura y hasta el toque distintivo de cada región en el uso del lenguaje: que si la “i” del Cibao, la “r” del Sur, el cantadito característico de Cañafistol en Baní o la influencia inglesa de los cocolos en el Este.
Estas entregas son una combinación de la heredad material unida al patrimonio intangible de nuestros pobladores, de esas manifestaciones conductuales que proporcionan a las comunidades un sentimiento de identidad, pertenencia y continuidad, que se transmiten normalmente de forma oral como saberes tradicionales o autóctonos.

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