Una exploración detallada de las dinámicas que subyacen a la tensión y el descontento en las relaciones puede dar respuesta al porqué de tantos esfuerzos infructuosos en su resolución, así como proporcionar una perspectiva que permita salir de dicho estancamiento.
Una de las claves para entender estos desafíos es distinguir entre conflicto y paradoja. Mientras que los conflictos son problemas con soluciones claras y específicas, las paradojas representan dilemas más profundos y complejos, donde las soluciones aparentes pueden perpetuar o incluso agravar el problema.
Esto se debe a que la pareja se funda a partir de paradojas estructurales, por lo que “resolverlas” como si se tratara de un conflicto implicaría eliminar los pilares que sostienen la relación. Al tratarse de aspectos profundamente arraigados, difíciles de identificar y que además desafían la lógica convencional, el camino más acertado a tomar suele ser el menos recorrido.
Dos de los tres posibles destinos que suelen predominar son: separarse o quedar atrapados en lo que llamamos paradojas enloquecedoras, un círculo vicioso de malestar donde predomina la exigencia simultánea y contradictoria de opuestos, instalándose en la relación reproches e insatisfacción como punto de encuentro. El tercer camino, más desconocido y menos recorrido, es el de aprender a reconocer de dónde viene la tensión y, en caso de tratarse de una paradoja estructurante, aceptar su condición como algo inevitable. Dejar de pelear contra ella y, desde su ambigüedad, crear una disposición abierta a continuar desarrollando no solo la evolución de la pareja, sino también la de cada uno de sus integrantes.
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CAPÍTULOS:
0:00 Introducción
1:07 Diferencia entre Conflicto y Paradoja
3:19 Paradojas estructurales
6:28 Tres posibles destinos
14:23 Conclusiones