Para la mayoría de ciudadanos del común, la palabra humedal los transporta a las extensas llanuras de la Orinoquia a donde a diario anidan las garzas; a cuerpos de agua que no tienen cabida en una ciudad como Bogotá, en donde a diario nace una nueva edificación, se arregla una avenida o se inaugura un centro comercial. La capital del país es sinónimo de crecimiento, del estrés del día a día, de oficinas, de caos vehicular. Palabras más palabras menos, una jungla de asfalto sin pulmones verdes y sin pequeños lagos donde cantan las aves.
Sin embargo, a diferencia del resto de las capitales más desarrolladas de Colombia, Bogotá cuenta con 14 humedales dentro de su urbe, los cuales están esparcidos por varias localidades y aunque pareciera que fueran elementos decorativos del paisaje de conjuntos residenciales, edificios y viviendas, los humedales bogotanos existen desde antes que Gonzalo Jiménez de Quesada fundara Santa Fe Bogotá; la diferencia es que no eran 14, sino una gran masa de agua que servía de hogar para diferentes especies de aves, mamíferos y anfibios. Según la historia criolla, la sabana de Bogotá contaba con alrededor de 50 mil hectáreas de humedales, en donde aves como los cucaracheros, las monjitas y las tinguas imponían su ley.
Entre 1500 y 1960, estos ecosistemas fueron el blanco del desarrollo. Las aguas usadas y las basuras empezaron a llegar a los humedales en 1538, mientras que en la época de La Colonia las grandes haciendas descargaron sus aguas residuales en las zonas aledañas. En el siglo XIX la población bogotana se disparó, por lo cual se adecuaron los terrenos para dar cabida a urbanizaciones y construcciones en barrios periféricos. Las grandes avenidas construidas entre 1930 y 1950 fragmentaron varios cuerpos de agua en el sur y norte de la capital. Finalmente, en 1960, por los rellenos, invasiones, loteos y construcciones, los humedales se vieron seriamente afectados.
Todos estos impactos a través de la historia tuvieron consecuencias. De las 50 mil hectáreas tan sólo sobrevivieron 674 aproximadamente.
Hoy por hoy, los humedales son elementos de la Estructura Ecológica Principal del Distrito Capital, elementos del Sistema Hídrico de la ciudad y se encuentran dentro de la categoría de Parques Ecológicos Distritales de Humedal.
En la localidad de Suba están el humedal de Córdoba, La Conejera, Guaymaral y Juan Amarillo
En Engativá el de Jaboque y Santa Maria del Lago
En Fontibón el de Capellanía y Meandro del Say
En Kennedy El burro y Vaca y Techo
En Usaquén Torca
En Bosa Tibanica
En Barrios Unidos El Salitre
Aún estamos a tiempo para conservar estos 14 pulmones que hacen de Bogotá una ciudad privilegiada. Además de las actuaciones de entidades como la Secretaría Distrital de Ambiente y la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, quienes se encargan de las obras de recuperación, de la administración y vigilancia, cada ciudadano puede dar su aporte para que en 100 años no sean solo 100 las hectáreas húmedas.
Pero, ¿cómo colaborar para que estos ecosistemas no desaparezcan del mapa? Para empezar a cuidar y apreciar algo, lo primero que hay que hacer es conocerlo. Los más de ocho millones de habitantes con los que cuenta la capital deberían darse un paseíto por estos ecosistemas, y deleitarse con el cantar de las aves, el verde de su vegetación, el reflejo del sol en el espejo de agua, y porque no, conocer las problemáticas que los aquejan. No hay que pagar un peso para entrar, sólo se necesita disposición, responsabilidad ambiental, una gorra y mucho bloqueador solar. Destine un fin de semana para dar largos paseos ecológicos, y corrobore que Bogotá no es la jungla de cemento que muchos pintan.
Conociéndolos, ahora el paso a seguir es educar. En colegios, casas, con los vecinos y los compañeros de oficina. Si el día a día no deja tiempo para dar un recorrido por los humedales del Distrito, por lo menos cambie sus comportamientos. No arroje basura en la calle, ni en los canales, alcantarillas, ríos y quebradas. Para un humedal, el no recibir residuos y escombros, ni sustancias tóxicas pueden ser acciones que les den muchos años de vida más. Conservar no es una tarea difícil, devolver el tiempo es imposible.
Visite y proteja los humedales de Bogotá!