La vida es difícil.
Probablemente estés pensando: «Vale, eso ya lo sé».
He aquí la cuestión importante. ¿Qué puedes hacer con esta información?
Puedes quejarte: «¡La vida no es justa!» Puedes perder el tiempo deseando que la vida fuese más fácil o, al menos, menos difícil. Cuando haces esto, nadas a contracorriente de la realidad, pero al igual que en el mar, nadar a contracorriente requiere inmensas cantidades de energía para no llegar a ninguna parte y acabas sintiéndote agotado; y probablemente te ahogues.
Cuando te quejas de este modo, toda tu energía se centra en cosas sobre las que no tienes poder y esto te coloca firmemente en la posición de víctima, la más estresante e infeliz de las situaciones.
La segunda opción es que aceptes que la vida es difícil. Paradójicamente, cuando aceptas de verdad que la vida es difícil, deja de ser tan importante. De hecho, la vida se vuelve más fácil porque reduces o incluso eliminas el sufrimiento autogenerado por tu resistencia. Cuando te centras en las cosas que sí controlas: tus actitudes, tus percepciones, tus decisiones y tus acciones, te das poder a ti mismo; te conviertes en un héroe y no en una víctima.
¿Qué es la vida, sino una serie de problemas? Una vez que resuelves un problema, o dicho de otro modo, una vez que encuentras la joya del crecimiento, es decir, la sabiduría que contenía el problema, entonces el universo simplemente te envía otro problema, algo más que aprender. Esto es crecimiento, a menudo incómodo, pero siempre saludable. Si no consigues resolver el problema, significa que estás condenado a repetirlo hasta que aprendas la lección.
Encontrarte repetidamente en la misma situación, enfrentándote al mismo problema una y otra vez, es un buen indicador de que, en algún nivel, estás intentando evitar algo, normalmente una sensación incómoda.
Hay dos fuentes principales de sufrimiento en la vida: la primera es pensar demasiado y la otra es intentar evitar sentimientos incómodos. Es lo que haces mucho cuando estás centrado en el «modo repetición». Generas sufrimiento autoinfligido repetido e innecesario continuamente.
Los humanos llegarán a extremos increíblemente peligrosos para evitar sentir cosas que necesitan sentir. La adicción, por ejemplo, puede considerarse como lo que haces en lugar de hacer lo que necesitas hacer.
Se necesita mucha más energía emocional, física y mental para evitar un sentimiento difícil que necesitas si simplemente afrontas ese malestar y el miedo que genera.
Evitar (sea cual sea la forma que adopte) no es más que retrasar lo inevitable. Si quieres más paz y alegría, comprende que están al otro lado de lo que intentas evitar.
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