La Lactación de Santo Domingo, por Cristóbal de Villalpando

Las escenas de la vida de la Virgen, durante la infancia del Niño Jesús, fueron temas muy empleados en la pintura, desde hace muchos siglos, con especial difusión durante la Edad Media. A partir del Concilio de Trento, las escenas de lactación se restringieron, por hacer referencia a la desnudez del cuerpo humano. Desde la época barroca, después de varias variantes, la iconografía se amplió para utilizarse con santos de merecimientos especiales. Ello se debe a que la leche representa la “sangre procesada”: la leche de la Virgen tiene un simbolismo paralelo al de la sangre de Cristo. También representa una súplica, en que la Virgen implora la misericordia de Jesucristo para los pecadores. Simbólicamente, al convertirse en un “hermano de leche” de Jesucristo, la Virgen otorga sabiduría como madre (tanto al santo como a toda la humanidad). La Lactación de santo Domingo es una de las mejores obras de uno de los más altos exponentes de la pintura novohispana.

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