La pérdida de Ryūichi Sakamoto fue un golpe muy duro para la música, el cine, y el arte en general. Así que valga esta Opus como despedida y carta de amor a su obra. La película, un concierto (el último) del compositor, es de esas que te tocan. Blanco y negro, y tan sólo él y su piano, en un escenario vacío que, si acaso, sólo se llena con sus sombras y, claro, con su música. El resultado embelesa y supone no sólo una parada obligada para cualquiera que se defina fan del japonés, sino también para amantes de las películas musicales, siendo esta una de las mejores del año. Aquí nuestra reseña.
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