Los murales no solo adornan las paredes de Montecristo, sino que también se arraigan en el corazón de la comunidad. Se logró más que la creación de obras de arte; se tejieron lazos comunitarios más fuertes, se fortaleció la identidad cultural y se sembró la semilla de un futuro más brillante.
Las últimas pinceladas de la clausura y la presentación del informe final marcaron el cierre de un capítulo memorable. El proyecto no solo se realizó; se arraigó en la memoria colectiva de Montecristo como un hito de transformación, donde la resiliencia y la creatividad se unieron para pintar un futuro lleno de esperanza y color.