Hoy visitamos el Faro de Calella de Mar que fue construido sobre una antigua torre de vigilancia y defensa para proteger las costas de los piratas argelinos. Los trabajos de construcción comenzaron en 1856 bajo la dirección del ingeniero Marià Parellada, inaugurándose el faro finalmente en 1859. Tiene una altura de 47 metros respecto al nivel del mar.
En sus inicios, la linterna del Faro de Calella estaba alimentada por aceite a presión, siendo substituido este combustible años más tarde por parafina y petróleo. Finalmente, en 1927 se electrificó el faro y se mejoró el aparato óptico con el fin de mejorar el alcance lumínico. Hoy, la luz del faro alcanza aproximadamente 35 millas.
El Faro de Calella es hoy en día un perfecto mirador sobre el pueblo y sus playas. Las vistas de la costa desde arriba son fascinantes y no dejan indiferente a ningún viajero. El azul del Mediterráneo confluye con el verde de la vegetación configurando un escenario que hace las delicias de los apasionados de la fotografía.
Seguidamente cerca del Faro de Calella de Mar visitamos las antiguas Torretas de Telegrafia Optica que son unas construcciones protegidas como bien cultural de interés local que se encuentran entre los núcleos de Sant Pol de Mar y Calella, en la comarca del Maresme. Además de poder visitarlas, también podrás observarlas desde la playa, ya que se encuentran en una colina junto al mar.
En 1857 se levantó una de las Torretes de Calella, se trataba de una torre de telegrafía óptica de uso civil, justo al lado de la torre militar, que formaba parte de la línea que iba de Montjuïc a La Jonquera. Las torres constaban de dos plantas comunicadas por una escalera de caracol y el acceso al observatorio de la planta superior estaba prohibido a todas las personas ajenas a la guarnición.
Pero el período operativo de la telegrafía óptica fue breve debido a dos factores: por un lado, la llegada del ferrocarril y su rápido avance; por otro, el uso del telégrafo eléctrico, que garantizaba el funcionamiento sin tener que temer acciones de sabotaje. Por eso las torres de telegrafía óptica dejaron de operar en 1862.
Por otra parte, la torre militar de las Torretes de Calella se levantó en 1848. Se encontraba a 83 metros de altura y estaba muy cerca del mar. Disponía de aspilleras, de una dotación de personal militar.
En Cataluña, la Segunda Guerra Carlista (1847-1849) aceleró el proceso de instalación de la red de telegrafía óptica que tenía como objetivo garantizar unas comunicaciones rápidas.
La red de telegrafía óptica de Cataluña, con una gran extensión sobre el territorio, estaba formada por una red civil y una militar, y ambas contaban con varias estaciones de gran valor estratégico. En algunos casos, como el de las Torretes de Calella, el telégrafo civil y el militar coincidían en el mismo emplazamiento, muy cercanos uno del otro.
Actualmente las Torretes de Calella se pueden visitar, ya sea para adentrarse de lleno en su historia o para disfrutar de las maravillosas vistas que existen desde la colina.