Después de dos años, fui convocada a la selección nacional, lo cual me gustó mucho. Rápidamente, tuve mi primer viaje a México y, como niña, eso te motiva. Te mantiene enganchada porque viajas y tienes un grupo de amigos. Todos se reúnen para entrenar y lo pasamos muy bien riendo. Eso es lo que te mantiene comprometida con los deportes. En cuanto a equilibrar la escuela con los viajes y el entrenamiento durante la adolescencia, no fue fácil. Una vez que ingresé al equipo nacional, me exigieron un alto nivel de dedicación y disciplina, especialmente alrededor de los 15 o 16 años cuando entrenaba todos los días después de la escuela. Mi papá me recogía y, a veces, incluso almorzábamos en el coche antes de venir aquí a entrenar de 5 p.m. a 7 p.m. todos los días excepto los sábados.
Fue un desafío porque, mientras tus amigos podían ir a la casa de alguien después de la escuela, tú no tienes ese lujo. Pero, por otro lado, estás entrenando con un grupo de amigos que se empujan unos a otros hacia adelante.
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