Cuando el hueso se atrofia es necesario un grosor de hueso suficiente en el que colocar los implantes para conseguir una buena estabilidad primaria y una posterior ostointegración. La osteointegración es un fenómeno biofísico que produce una unión a nivel molecular del titanio con el hueso.
Para lograr en las zonas posteriores del maxilar superior un mayor grosor oseo se realiza una elevación de seno atraumatica. Para realizar esta técnica se necesita un grosor mínimo de 7 mm de hueso.
Durante la preparación del lecho para la colocación del implante, se emplean unos osteotomos o condensadores de hueso, que aprovechan el hueso y crean unos relieves dentro del seno aumentando el grosor del maxilar superior. En esta misma cirugía se colocan los implantes dentales que sustituirán las raíces de los dientes perdidos.