EL PERRUNAL (LA ZARZA-PERRUNAL) - HUELVA

Ойын-сауық

“Ser minero es trabajar, ser valiente sin saberlo, ser fuerte sin comprenderlo, entrar en la mina y callar, callar sin querer hacerlo, porque en el tajo no hay nadie, solo está el pensamiento”.
Valga un homenaje a la Huelva minera y a sus mineros. Para ello nos vamos a detener unos minutos en El Perrunal, un humilde poblado minero perteneciente al joven municipio de La Zarza-Perrunal, joven porque en Decreto 185/2018 de 2 de octubre, de la Junta de Andalucía, se aprueba la creación del municipio de La Zarza-Perrunal por segregación del término municipal de Calañas.
El Perrunal, pequeño pueblo minero de unos 250 habitantes, como otros muchos de la provincia de Huelva, fue creado a raíz de una explotación minera, de la que apenas quedan rastro. A diferencia de la gran mayoría de la comarca, la mina de Perrunal era subterránea, contando con seis niveles y dos pozos maestros. Tras su abandono, llegó el expolio, sobre todo de sus elementos metálicos (entre ellos sus dos malacates) para la venta al peso como chatarra. También se vendieron otros materiales constructivos como los ladrillos con los que estaba edificada su esbelta chimenea, que obviamente fue derribada.
Vamos a dar un paseo por El Perrunal, recorrer sus calles y paseos y apreciar su belleza paisajística y su tradición minera. Comenzamos nuestro recorrido por los exteriores del pueblo, donde un precioso arbusto ornamental nos sirve para abrir el telón de la pasarela que nos conduce a la iglesia del Buen Pastor, blanqueada y con ribetes cálidos, que con su fachada rematada con espadaña, cuerpo de campana y cruz de forja, nos da la bienvenida. Esta iglesia fue realizada en 1950 en el solar que ocupaba las antiguas cuadras de bestias del cuerpo dirigente minero, y su construcción es muy sencilla, manteniendo la arquitectura y los materiales tradicionales de la comarca.
A ritmo de vals nos vamos acercando al pueblo, acariciando la carretera comarcal HV-1472, que un kilómetros adelante llega a La Zarza. Ya observamos su fisonomía alargada siguiendo la línea de la carretera y la forma característica de un pueblo de colonización minera para dar alojamiento a los trabajadores y sus familias.
Las labores de explotación de la mina de Perrunal comienzan en 1900 por la “Sociedad Francesa de Piritas de Huelva”, que ya se había fundado en 1880. Junto a la explotación, en 1900, empezaron a construirse las primeras viviendas. El crecimiento del pueblo siguió hasta 1912, fecha de construcción de las últimas edificaciones.
Podemos apreciar la forma alargada y arqueada del núcleo urbano, que se ha mantenido intacta.
Perrunal se desarrolló a lo largo de cuatro calles principales, paralelas entre sí, amoldándose a la orografía del terreno en el que se asienta. Sus viviendas, blancas inmaculadas, las cuarteladas, son muy similares entre sí, construidas bajo las imperiosas leyes de economicidad y rapidez, de muy reducidas dimensiones.
En el apogeo de la mina, de 1920 a 1930, llegó a albergar a unos 4.000 habitantes, ocupándose hasta el hacinamiento todas las viviendas, incluso las chozas de los huertos, sin servicio de agua, desagüe y luz (el alumbrado público se llevó a cabo en 1930).
El día 28 de diciembre de 1868, tras un incendio en las galerías, tuvo lugar la última peonada en la mina.
Recorremos por completo el pueblo, con suaves colinas al fondo y un suelo pajizo que anuncia la etapa estival. En su paisaje echamos de menos la presencia de la autóctona encina, el árbol sagrado de los romanos dedicado a Júpiter, en cambio, el eucalipto de repoblación cuenta con cierto tronío.
Nos vamos de nuevo a los exteriores, más allá de la carretera, para contemplar otro símbolo de Perrunal, la Cruz de los Caídos, que fue levantada tras la Guerra Civil en honor a los muchos que murieron en dicha guerra. De este monumento nos vamos de nuevo a su vecina iglesia del Buen Pastor para acabar este paseo por El Perrunal.

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