Colegio Juan Díaz de Solís. Un grupo de niñas, de las afortunadas que se quedaban a comer en el colegio, daban clases de flamenco con Concha Baras mientras esperaban a que llegasen los compañeros que lo hacían en casa. El Solís está en la Avenida de la Armada de Cádiz y era un centro militar, al que acudía por ser hija de Cayetano Pereyra, coronel de la Infantería Marina. De él aprendió lo que era la responsabilidad y la disciplina, dos cualidades imprescindibles para llegar a tener la Medalla de de Oro al Mérito de las Bellas Artes y el Premio Nacional de Danza, entre otros muchos. Pero, además, ese hombre que siempre iba de punta en blanco y olía a limpio fue el culpable del amor que tiene Sara Baras por los boleros: "Mi padre siempre estaba cantando y silbando".
Y entre cántico y cántico también se ocupaba de recopilar todos sus recortes de prensa, folletos de los espectáculos y tarjetas dedicadas: "Guardó todo desde que era niña y me hizo un regalo bestial. Como buen miliar tenía todo súper ordenado y lo encuadernaba. Por ejemplo, las tarjetas que mandaban con un ramo de flores al camerino e incluso los programas del teatro escritos en japonés, en los que no entiendes ni que pone Sara Baras". Ha bailado en los mejores y más prestigiosos teatros del mundo: Londres, Nueva York, Miami, París, Tokio, Dubái... Y asegura que cada público se entrega a su manera: "La reacción de la gente es súper bonita y en cada país aplauden de forma diferente".
El espectáculo que tiene ahora, Alma, está dedicado a él y lo hace uniendo el flamenco con los boleros. Hace un año, mientras estaba en plena gira, falleció su padre y decidió cumplir la petición que le hizo: "Prométeme que por mí no vas a suspender una representación", le dijo. "Fue una de las elecciones más importantes de mi vida. Pensé que era importante hacerlo porque era lo que él quería que hiciese. Terminé y me fui al tanatorio", ha asegurado la bailaora. "¿Tu madre ha ido a ver Alma?, le ha p