Dejémosles ir cuando sea su momento.
Este corto pero sustancial video, nos ilustra que llega un momento en la vida del otro en qué no debemos ser egoístas e intentar atar a quien ya no requiere estar.
Sin embargo, nuestro temor a perderlos nos impulsa a tomar decisiones y adoptar medidas, con un alto costo físico, emocional, familiar, social y económico con gran impacto en el paciente y su familia.
Lo anterior es fácil de demostrar, cuando a pacientes con enfermedades terminales deseamos a toda costa prolongarles una existencia pero no una vida y enumerare algunas para ejemplificar, la diálisis en la insuficiencia renal, el marcapasos en el paciente con arritmia y edad avanzada, la ventilación mecánica en enfermedades pulmonares o complicaciones respiratorias y la gastrostomía en pacientes con demencia avanzada o con secuelas neurológicas que por su evolución pierden la capacidad para alimentarse, pero que dentro de esta misma evolución también pierden el hambre, la sed, el movimiento y finalmente la conciencia, sin embargo no es sólo el diagnóstico lo que nos debe sugerir parar las intervenciones, también lo es el estado físico, la funcionalidad, la edad, la condición socio sanitaria, pero principalmente el deseo de quien padece esta enfermedad y se siente sufrir o se le ve sufrir. No seamos egoístas y recordemos que la medicina nos da un recurso qué usado con prudencia y sabiduría nos permite bienestar, calidad de vida y tiempo de vida extra en pacientes con enfermedades potencialmente curables o tratables y en algunas enfermedades cónicas, pero en aquellos que lo que les espera con nuestra intromisión es más tiempo para ver la enfermedad en todo su esplendor y deterioro, debemos ser prudentes y compasivos, además asertivos en la comunicación y el acompañamiento, por esto dejémosles partir cuando sea su momento, no cuando nosotros lo creamos oportuno.
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Juan David Osorio G.
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