Cuando era pequeño, su madre le decía que era el "niño verbigracia", lo sabía todo, "repelente como solo un periodista puede ser", dice. Hoy, a sus 57 años, o 50 "más la carrera de piano" bromea, el doctor Carlos Herrera, andaluz de Almería, con cuatro historias de su azarosa y camaleónica vida radiofónica y esa capacidad de improvisar que solo se aprende delante de un micrófono, entusiasma sin esfuerzo ni guiones a un auditorio lleno de "fósforos", de forofos seguidores en Onda Cero.