El aspecto superficial atractivo e higiénico de los productos fabricados con acero inoxidable no se puede lograr sin un mantenimiento correcto y adecuado. Todos los grados y acabados del acero inoxidable pueden mancharse, decolorarse o conseguir una capa adherida de suciedad en su uso normal. Para alcanzar la máxima resistencia a la corrosión, la superficie del acero inoxidable se debe mantener siempre limpia. Es fundamental, por tanto, instaurar un correcto plan de mantenimiento preventivo.
A menudo se busca consejo en referencia a la frecuencia de limpieza de los productos hechos de acero inoxidable, y la respuesta es simple: "limpie el metal cuando esté sucio para restaurar su aspecto original". Esto puede variar de una vez a cuatro veces al mes en ambientes normales o puede ser una vez al día en caso de situaciones no higiénicas o agresivas.
El acero inoxidable es fácil de limpiar. Habitualmente es suficiente con realizar un lavado con jabón, detergente neutro o un limpiador para acero inoxidable y agua caliente seguida por un aclarado con agua limpia. Conseguiremos un mejor aspecto del producto si la superficie limpia es finalmente secada, evitando además la posible acción multiplicadora del calor en presencia de humedad.
No obstante, si por la circunstancia que sea, cualquier producto fabricado con acero inoxidable, acabado satinado, sufre una corrosión importante siga, paso a paso, las instrucciones de limpieza de este vídeo y conseguirá devolver el aspecto original a dicho producto.