Madrid, 02 dic (efesalud.com). La experiencia de Antonio con el virus del VIH llegó en los años 80, una época de incertidumbre donde la causa de la infección era desconocida y la enfermedad una razón de rechazo social.
“Al principio los primeros tratamientos tenían unos efectos secundarios muy tremendos. A mi personalmente me afectó una lipodistrofia que me produjo un rechazo social muy grande”, nos cuenta Antonio.
Una época sin esperanza
La historia de Antonio comienza en el 87, momento en el que le informan de que tiene VIH.
“Cuando me diagnosticaron me dicen que no hay medicación para mi, que disfrute de lo que me queda de vida. Mi pareja falleció unos años después”, relata Antonio.
A partir de ese momento su vida se vuelve borrosa. El futuro se vuelve inimaginable. Pero un rayo de esperanza le devuelve la ilusión de vivir a este madrileño, que lleva 34 años viviendo con el virus.
“Los tratamientos, la investigación y el conocimiento nos han liberado de todo esto”.
Ahora, 40 años después del primer diagnóstico, Antonio se prepara para dar un paso más en su vida y en su salud.
“He estado en consulta y me han dado una alegría. En la próxima consulta es muy posible que me pongan una inyección cada dos meses y deje de tomar pastillas”, cuenta con mucha felicidad.
Un problema añadido al VIH. A pesar de que los tratamientos ofrecen al paciente salud, estos no son infalibles en cuanto a bienestar social. Pues las personas con VIH sufrieron, y siguen sufriendo, la dureza del estigma en sus vidas.
“Todo eso se vivía en la clandestinidad porque había un rechazo muy tremendo por parte de todo el mundo. Incluso decírselo a tu propia familia aterrorizada. Entre otras cosas porque no sabían de dónde venían las cosas ni cómo se cogía, y entonces claro, el desconocimiento produce miedo y el miedo es libre”.
Aunque la información esté a la mano de todos, la discriminación es un mal difícil de erradicar. Los fármacos son los que han permitido a las personas con VIH llevar una vida normal.
“Ahora los tratamientos evitan esos efectos secundarios y te hace llevar una vida un poco más discreta y agradable”, expresa con tranquilidad.
Cuando apareció el VIH la sociedad no estaba preparada. Hoy en día la situación ha cambiado. Las personas con el virus pueden vivir y disfrutar de su vida, como Antonio, quien conoció un momento de la enfermedad muy duro y hoy puede vivir sin miedo.
Artículo firmado por Nerea Díaz-Maroto
MÁS INFORMACIÓN DE SALUD: www.efesalud.com/