Alex, como le llama cariñosamente su madre, era un niño muy activo e inquieto por la cultura. Se bebía los libros, le encantaba hablar de cine y museos.
A los 14 años su daño empeoró y comenzaron las barreras formativas. Hoy, gracias a las actividades de ocio de Proyecto Rumbo, hace salidas en grupo con otras personas con discapacidad a visitas adaptadas con guía a museos y centros culturales.
Son experiencias que adaptan los recursos a su discapacidad y que le permiten volver a acercarse y disfrutar de la cultura.
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