9 Camboya profunda

Camboya me ofreció mucho más de lo que esperaba, como me viene pasando en este paso por el Sudeste Asiático. También sucede que, el jugo de cada país no viene siempre inmediatamente, sino al cabo de los días cuando el efecto de la visita va dejando ecos en mi piel y en mi mente.
Camboya fue la fortaleza de Indochina, centro de inmensos templos y palacios. Hoy quedan ruinas que afanosamente restauran como hormigas para poder mostrar al mundo sobre su historia, su florecimiento y su ocaso. Enseñan con claridad y en vivoy en directo lo que sucede cuando los “hermanos se pelean” como dice José Herández en el Martin Fierro. Se matan entre hermanos, no hay familia, no hay sostén, no hay plataforma para el despegue y el crecimiento.
Esta tierra es el testimonio viviente de que la separación mata y ahoga la vida. Donde hay separación, dualidad, polarización, pelea, desunión, no puede haber nunca Vida en su sentido real.
De esto me habló Camboya.
Namaste

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