En 1993, me tocó vivir uno de esos dolores que pocas personas experimentamos, la transición de un hijo, en mi caso, mi hijo Giancarlo. Estábamos en Miami y, una caída fatal con un golpe en la cabeza, resultó tener un veredicto de muerte cerebral. Candidato para ser entonces, donador de órganos. Al tener esa noticia, recibí el sentimiento de donar sus órganos. No sé cómo se me vino, pero se me vino ese mensaje de autorizar la donación de sus órganos. Nunca había tocado o hablado sobre esto y me tocó elegir donar sus órganos. Ahora tengo bien claro el mensaje "Yo soy donador de órganos, y mi familia ya lo sabe, y usted" o el otro que dice: "No te lleves al cielo con lo que podemos dar vida en la Tierra"
Años después, empiezo una fundación para promover la cultura de donación de órganos y, a la fecha, sigo promoviendo esta cultura, ya no con la fundación, pero aquí compartiéndole testimonios de vida, entrevistas, mi propia experiencia, etc.
Ximena y Mauro, son unos papás jóvenes que les ha tocado vivir algo diferente a lo que muchas parejas viven, trasplantar de hígado a su hija María de cuatro meses de nacida, primero, y luego, retransplantarla a los 10 años. La FE, con la que viven, ha dado su fruto y todo ha salido a pedir de boca. Un gran testimonio con mucho aprendizaje, sentimiento y ejemplo para la humanidad.
Deseo, con este tipo de mensajes, la cultura de donación de órganos en Guatemala, cada vez se entienda más y mejor para poder salvar más vidas en el futuro y que el profesional médico, no sienta tanta frustración al no tener las instrumentos, medicinas, unidad de trasplante correspondientes para aplicar su esencia médica para con sus pacientes.-