Procesión de Jesús de los Milagros
Santuario Arquidiocesano del Señor San José
Ciudad de Guatemala
Domingo de Ramos
14 de abril de 2019
Turno de Romanos
Paso frente a la Capilla de la Misericordia
11 Calle y 1ra. Avenida Zona 1
Marchas:
Mater Dolorsa - Julia Quiñonez
Pescador de Hombres
Banda del maestro Luis Pirir
Este es Jesúz Nazareno, el hijo de José (cfr. Jn. 1,45)
Mensaje para el domingo de Ramos
Se acerca la Pascua y una vez más Jesús nos llama a seguirlo. Cuando inició su ministerio en Galilea, Jesús llamó a varios discípulos y les dijo: “Hemos encontrado a Aquel de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret”. Entonces Natanael le replicó: “¿Puede salir algo bueno de Nazaret? Y Felipe le contestó: “Ven y verás” (cfr. Jn 1, 45-46). En varias ocasiones, los judíos encontraron motivo de incredulidad en el origen humilde de Jesús. Todos los evangelios recuerdan sus propios paisanos, en la sinagoga de Nazaret, viendo su sabiduría y sus milagros decían: “¿No es éste Jesús, el hijo de José?” (Lc 4,22; Jn 6,42), o “¿No es éste Jesús, el hijo del carpintero?” (Mc 6,3; Mt 13,55). Este domingo de Ramos, queremos proclamar sin ninguna duda que Jesús de Nazaret, el hijo de José, es nuestro Salvador y Redentor.
San José, patrono titular de nuestro Santuario Arquidiocesano, no es solamente alguien a quien sus paisanos recordaban como un carpintero. Por el contrario, San José es aquel hombre justo escogido por Dios para encomendarle sus dos más grandes tesoros: Jesús el Hijo eterno, y su madre, la Virgen María. Modelo de entrega a la voluntad de Dios, San José fue la persona idónea que Dios escogió para cumplir las veces de padre, protector y custodio santo del Redentor. Se trata de aquel que no solo desposó a María, sino que acogió al Hijo del Altísimo, enseñándole los valores más importantes de la vida y haciéndolo capaz de acoger la voluntad de su Padre. Gracias a San José, Jesús era verdadero descendiente de Abraham y de David, pero sobre todo era un ser humano capaz de comprender el valor de la entrega a Dios y del sufrimiento. De sus padres, Jesús aprendió la disposición espiritual para asumir responsablemente la voluntad de Dios. Así fue la misión de José, fiel custodio del Salvador.
Para cumplir esta misión, como lo hizo también la Virgen María, San José tuvo que estar dispuesto al sufrimiento y así ser ejemplo para Jesús. Toda su vida fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias difíciles y oscuras en que lo puso Dios. Por eso, la Iglesia al venerarlo como patrono y protector, lo recuerda también en el dolor. La devoción a los Siete Dolores de San José nos enseña esa capacidad de hacer propio el plan de Dios, uniéndose al sufrimiento de Jesús y de su Madre María Santísima. Y por eso, en el dolor y la pena, incluso a la hora de la muerte, la Iglesia nos invita a invocar la poderosa intercesión de San José.
Al llegar al Domingo de Ramos, en el marco de 25 aniversario de la elevación a la categoría de Santuario Arquidiocesano del pequeño templo josefino, te invitamos: ¡Ven y verás! ¡Aquí esta Jesús Nazareno, el hijo de José! ¡Él es el unigénito hijo de Dios y el Salvador del mundo! ¡No tengas miedo, síguelo! Él te dará vida eterna ¡Ábrele el corazón y verás lo que puede hacer en tu vida!
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