El delta del Ebro no siempre estuvo ahí, ni tuvo la configuración que conocemos.
El río llegó por primera vez al mar Mediterráneo hace unos 13 a 15 millones de años , pero ha cambiado mucho, especialmente en los últimos siglos
El Ebro, y muchos otros deltas en el Mediterráneo, han sido algunos de los primeros en experimentar impactos humanos significativos.
El Ebro histórico, desde los romanos hasta bien entrada la Edad Media, desembocaba prácticamente a la altura de la actual Amposta, es decir, unos 23 kilómetros antes de lo que lo hace en la actualidad,
Esa es la distancia hasta la isla de Buda, la salida al actual del Ebro al mar. El ganar los 300 kilómetros cuadrados de tierra emergida que tiene en la actualidad lo realizó en poco tiempo, sobre todo durante los siglos XV y XVI, coincidiendo con la expansión del imperio español bajo el reinado de Felipe II. La construcción de gigantescas armadas provocó no sólo una gran deforestación sino la erosión suficiente para aportar en poco tiempo una inmensa cantidad de sedimentos que permitieron una expansión sin precedentes del delta del Ebro.
Los deltas se clasifican en tres tipos principales: dominados por el río, dominados por la marea y dominados por las olas. Con la forma puntiaguda del delta del Ebro podemos tener por seguro que ha estado dominado en el último milenio por el río que mantenía atrás el embate de las olas (recordemos que en el Mediterráneo apenas hay mareas).
El Delta ha sido y es un sistema profundamente alterado por las actividades humanas. En el último siglo se ha desarrollado una agricultura cada vez mas intensa que ha aprovechado la gran productividad de la zona. Especialmente el cultivo del arroz, ya tradicional en el Delta, supone una intensa transformación ecológica y paisajística que se repite cada año. En la actualidad, el Delta está amenazado por una combinación de factores, desde el cambio climático a los cambios de uso del suelo pasando por la introducción voluntaria e involuntaria de mas de 200 especies exóticas. Estas especies exóticas abarcan desde el mejillón cebra o el caracol manzana, multitud de peces (siluros, gambusias, peces sol), cangrejo azul y americano, hasta el mosquito tigre, la mosca negra o la rana toro así como numerosos macrófitos (algas y plantas), y constituyen auténticas invasiones biológicas que amenazan no sólo a las especies nativas sino al funcionamiento de este rico y complejo ecosistema.
Los seres humanos, que indirectamente impulsaron el crecimiento del Delta en los últimos 2000 años (y especialmente en los últimos 5 siglos), hoy lo hacen morir de hambre.
Las aguas del río Ebro se han desviado para el riego. El caudal del Ebro bajó a menos de la mitad durante el siglo XX. La dinámica de los sedimentos ha cambiado drásticamente: Ahora hay 187 presas en el río, y la mayoría de los sedimentos se quedan en las presas en lugar de llegar al mar.
La pérdida de depósitos de sedimentos del río Ebro significa que el Delta del Ebro moderno ya está dominado por las olas. Se ha calculado que la represa de los ríos, combinada con el aumento del nivel del mar por el cambio climático y el hundimiento de la tierra, harán que el 40% del Delta pueda quedar sumergido para el 2100.
Si no tomamos medidas drásticas, sino repensamos y recomponemos la línea de costa, las infraestructuras asociadas y los aportes de agua y sedimentos, el delta del Ebro tiene los años contados.