Estamos en las manos de Dios…
¿Y cómo no? Si es que nos ama sin límites….
Nos quiere tener en sus preciosas manos para cuidarnos, para llevarnos a delante en la vida….
Los santos descubrieron esa certeza y por ello emprendieron tal vez la aventura más arriesgada pero la más victoriosa. La de ser santos.
Por ello, les invitamos a escuchar este episodio del Catálogo divino, con la certeza de que siempre estamos protegidos en las manos de Dios.
En este 21 de junio, muchos santos nos dan su testimonio de vida. Escuchemos algunos de sus nombres:
San Luis Gonzaga, religioso; San Meveno, abad; San Leufredo, abad; San Radulfo de Bourges, obispo; San Raimundo de Barbastro, obispo;
Beato Tomás Corsini, religioso; San Juan Rigby, mártir; Beato Jacobo Morelle Dupas, presbítero y mártir y San José Isabel Flores Varela, presbítero y mártir.
En este día nos sorprende el testimonio de un religioso, que parecía el más pequeño entre sus hermanos, por su gran humildad, pero por ello fue un grande en el reino de los cielos
Es el Beato Tomás Corsini.
Oremos con esta plegaria a María Santísima:
¡María, tú robas los corazones! Señora, que con tu amor y tus beneficios robas los corazones de tus siervos, roba también mi pobre corazón que tanto desea amarte.
Con tu belleza has enamorado a Dios y lo has atraído del cielo a tu seno. ¿Viviré sin amarte, madre mía?
No quiero descansar hasta estar cierto de haber conseguido tu amor, pero un amor constante y tierno hacia ti, madre mía, que tan tiernamente me has amado aun cuando yo era tan ingrato.
¿Qué sería de mí, María, si tú no me hubieras amado e impetrado tantas misericordias?
Si tanto me has amado cuando no te amaba, cuánto confío en tu bondad ahora que te amo.
Te amo, madre mía, y quisiera un gran corazón que te amara por todos los que no te aman.
Hazme semejante a Vos porque me amas. Tú eres poderosa para cambiar corazones;
toma el mío y transfórmalo. Que vea el mundo lo poderosa que eres a favor de aquellos que te aman.
Hazme digno de tu Hijo, hazme santo. sí lo espero, así sea.
Tomás hizo de su gran escalera para alcanzar la santidad a la devoción a la Virgen María.
Hoy, aprendamos junto a otro gran devoto y propagador de la devoción mariana algo muy importante…
A reconocer las falsas devociones a la Virgen María.
Esto nos aclara mucho el hecho de que estamos llamados a buscar la santidad, pero haciendo devociones que no son del todo auténticas nos exponemos a permanecer en una mediocridad espiritual …
…y a conformarnos con pecados que tenemos acunados evitando que la gracia divina actúe convenientemente y nos quedamos tranquilos sintiéndonos muy piadosos cuando no es así.
San Luis María reconoce siete clases de falsos devotos y falsas devociones a la Santísima Virgen, que son:
-De los devotos críticos, que no creen en nada pero todo lo critican.
-De los devotos escrupulosos, que temen ser demasiado devotos de la Santísima. Virgen por respeto a Jesucristo.
-De los devotos exteriores, que hacen consistir toda su devoción en prácticas exteriores.
-De los devotos presuntuosos, que bajo el oropel de una falsa devoción a la Santísima Virgen, viven encenagados en el pecado.
-De los devotos inconstantes, que por ligereza cambian sus prácticas de devoción o las abandonan a la menor tentación.
-De los devotos hipócritas, que entran en las cofradías y visten la librea de la Santísima Virgen para hacerse pasar por santos.
-Y finalmente de los devotos interesados, que sólo recurren a la Virgen para librarse de males corporales o alcanzar bienes de este mundo.
El santo mariano opina que nuestras devociones deben conducirnos a evitar sinceramente todo pecado y a vencer los malos hábitos… es decir no hay que quedarse tranquilo en que luego de rezar el rosario rapidito, la Virgen me salva y yo puedo seguir con mi vida y ya…
La Santísima Virgen no colabora a permanecer en el pecado…ella como buena madre, nos alerta y nos previene de las ocasiones en que ponemos en peligro nuestra alma y qué cosas debemos alejar de nuestra vida…
Si honramos a María, seguramente, Ella nos enseñará a honrar a Jesucristo y a valorar la sangre preciosa que derramó por nosotros.
Ser un verdadero hijo de María significa, ser un verdadero discípulo de Jesucristo, un sincero cristiano.
Pidamos a nuestra Madre del cielo que nos ayude a transformar lo que necesitemos cambiar y a permanecer en el bien que ya estamos haciendo, para que, aunque seamos pequeños, como el Beato Tomás, ella nos lleve por el camino de la humildad a la salvación que nos da Jesucristo.
Beato Tomás Corsini,
Ruega por nosotros.
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