San Metodio de Constantinopla, obispo; San Proto de Aquileya, mártir; Santos Rufino y Valerio de Soissons, mártires y San Eterio de Vienne, obispo.
Aprendamos de un santo que fue un defensor de las imágenes sagradas en el siglo IX, de los llamados iconoclastas o destructores de imágenes. Conozcamos esta interesante historia.
Él es San Metodio de Constantinopla.
Metodio nació en el año 787, en la ciudad de Siracusa, ubicada en la isla de Sicilia en Italia. El patriarca Nicéforo incorporó a Metodio a su servicio. En tiempos de persecución iconoclasta, Metodio fue conocido por todos como un acérrimo defensor de la veneración de los íconos.
Fue retirado de su cargo el patriarca Nicéforo por parte del emperador León V y entonces Metodio huyó a Roma. Permaneció allí siete años, realizando una intensa labor en favor del culto a las imágenes cerca del pontífice Pascual I, e impidiendo que se aprobara la carta sinodal del intruso patriarca Teodoto.
En efecto, fue acusado de haber colaborado con un general rebelde llamado Tomás el Eslavo y de haber calumniado la política religiosa imperial durante su estancia en Roma. También se le acusó de haber escrito anónimamente que el emperador moriría.
Este gran confesor de la fe murió en paz, el 14 de junio de 847, al parecer afectado por una hidropesía.
Es autor de los Cánones penitenciales de la Iglesia de Constantinopla; de vidas de santos, de Sermones y un Elogio de San Dionisio Areopagita.
Fuerte ante los monjes disidentes que no querían participar de las nuevas disposiciones frente a clérigos iconoclastas, surgió a raíz de esto una gran crisis, que antes de morir y en su testamento, Metodio consiguió superar estas desavenencias.
El papa Nicolás I hizo de él un amplio elogio. Metodio es venerado como santo en Oriente y Occidente.
En este día, este santo nos invita a contemplar a Dios en el arte para poder llevar nuestro espíritu a la comprensión de las cosas espirituales:
Oremos para que nuestro espíritu se despierte a estas realidades con la luz de su amor.
¡Quiero elevar mi voz para que mis plegarias lleguen a ti y las acojas con tu corazón misericordioso! ¡Quiero, Señor, que ocupes cada uno de los espacios de mi vida; que no olvide nunca quién eres, todo lo que haces por mí y lo mucho que me amas! ¡Hoy te quiero dar gracias por tu amor infinito, por tu misericordia abundante, por tu bondad generosa, por tu cariño desbordante, por tu paciencia sin límite, por redimirme constantemente de mis caídas y de mis abandonos! ¡Señor, hoy te pido que tomes el timón de mi vida, que la hagas fecunda y evites que me desvíe del camino! Amén.
A veces, vemos las imágenes y los cuadros religiosos en nuestras casas y templos con poca atención.
Pero cuando permitimos a nuestro espíritu recrearse en el recuerdo de las enseñanzas de Dios y de los santos observándolos atentamente, surgen en nosotros, nuevos sentidos que nos llevan a enriquecer nuestra espiritualidad y a fijarnos en tantos detalles de sabiduría que sólo se captan en el silencio.
Orar y meditar es necesario. Hagámonos amigos del silencio.
San Metodio de Constantinopla,
Ruega por nosotros.
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